Algunas breves reflexiones sobra la naturaleza social y política de la actual "Rusia de Putin"
Ofrecemos a nuestros lectores un corte videográfico de una intervención del coronel del ejército español Baños sobre los orígenes de la propiamente llamada "oligarquía rusa y ucraniana" así como de la sinuosa biografía del presidente Volodimir Zelenski . Agregamos asimismo, una breve reflexión de nuestro colaborador Máximo Relti sobre el papel desempeñado por la oligarquía rusa, guiada políticamente por Boris Yeltsin y Vladimir Putin, en el desmantelamiento de la antigua URSS, así como en la génesis del actual conflicto bélico en Ucrania.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
El breve corte videográfico que les ofrecemos corresponde a una charla recientemente impartida por el Coronel Pedro Baños. Tal y como sucede con el habitual colaborador de este digital, el coronel Amadeo Martínez Inglés, ambos estuvieron integrados o relacionados con los Servicios de Inteligencia del Ejército español.
En el caso del Coronel Baños, según él mismo manifiesta en este vídeo, mantuvo relaciones con la estructura militar de la OTAN. Se trata, pues, de mandos que, aunque ya no se encuentran en el servicio activo, poseen una larga experiencia en temas militares que los autorizan para emitir juicios en ese campo.
En el vídeo de la conferencia que imparte el Coronel Baños, este incursiona, además, en otros aspectos que no están relacionados estrictamente con el ámbito militar pero que, en cambio, sugieren la pertinencia de algunas reflexiones políticas sobre el origen del presente conflicto en Ucrania.
En 1991, cuando se produce la definitiva implosión de la Unión Soviética, una legión de burócratas sin ideología, que permanecíeron incrustados en el aparato administrativo del Estado soviético, se apropiaron de manera abrupta de lo que hasta ese momento había sido una propiedad colectiva de los pueblos de la URSS, acumulada a lo largo de decenios de entrega y enormes sacrificios por parte del pueblo soviético.
Industrias, empresas, bancos, tierras, inmuebles, pozos petrolíferos, recursos minerales, etc.… fueron salvajemente engullidos por una casta burocrática que, a través de esta apropiación ilegal del patrimonio colectivo de la sociedad soviética, terminó convirtiéndose en la clase social dominante de la nueva Rusia y, también, de las nuevas Repúblicas resultantes de la desintegración de la URSS.
Conviene recordar, además, que entre quienes sirvieron de guías políticos de esa casta de burócratas en su transición hacia la conversión en una clase social hegemónica, se encontraban dos personajes claves: Boris Yeltsin y Vladimir Putin. El primero, dando la orden de asalto a la propiedad colectiva. El segundo, "poniendo orden", una vez que el botín estuvo convenientemente repartido entre los asaltantes.
A esa nueva clase social dominante que acabó con el primer Estado socialista de la Historia humana se la denominó, con toda justeza, con el nombre de "la oligarquía",es decir, etimológicamente el "gobierno de los ricos".
Una "oligarquía" que en nada, o en casi nada, se diferencia de aquella otra "oligarquía" que actualmente domina en la mayoría de los países de nuestro entorno cultural y geográfico. La única diferencia reseñable es que esta naciente "oligarquía rusa", para lograr su asentamiento y consolidación como clase social hegemónica, debió recurrir al crimen impune, al robo institucionalizado y a la proliferación de la miseria social, para lograr imponer a sangre y fuego un "nuevo orden social capitalista" que sustituyera al antiguo "orden socialista"soviético. En cambio, "la oligarquía" occidental en 1991 ya se encontraba firmemente asentada en las estructuras del poder, después de dos siglos de experiencia en el control omnímodo del poder político y económico.
Sin entrar ahora en otro tipo de precisiones, pues no es este el espacio donde correspondería hacerlas, valdría la pena recordar una vez más a nuestros lectores que la llamada "Rusia de Putin" no posee ningún tipo de parecido con aquella antiguaURSS que, a lo largo de siete décadas, logró convertir al conjunto de las Repúblicas que la integraban, de un enorme y atrasado imperio cuasi feudal, en la segunda potencia mundial, tanto en lo que se refiere a las conquistas sociales obtenidas por sus trabajadores, como a los avances económicos y científicos logrados.
Unas conquistas sociales, por cierto, que hicieron posible que a partir de 1945, después de que el Berlin del "Reich milenario" cayera derrotado en manos del Ejercito Rojo, nuestra propia oligarquía europea se viera obligada a hacer concesiones a sus propios asalariados, ante su razonable temor de que estos escogieran el modelo de la URSS como espejo de sus propias luchas sociales.
La "Rusia de Putin" no es, pues, ni de lejos, la antigua Unión Soviética. Más bien es justamente todo lo contrario. Un aviso pertinente que quienes continuamos navegando en el bajel de la revolución social tendriamos que tener muy en cuenta si deseamos evitar una confusión similar a la sufrida en la antigüedad griega por Ulises. O sea, que lleguemos a confundir el monótono ruido de las olas, con los bellos cantos emitidos por imaginarias sirenas.