LOS INCENDIOS FORESTALES SE APAGAN EN INVIERNO Y LA ABSTENCIÓN ELECTORAL, EN VERANO

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El divorcio entre pueblo y gobierno, entre administrado y administrador, es un regalo envenenado de la clase política actual que satisface sus intereses particulares a espaldas de los demás ciudadanos. No en vano, el discurso que pregonan no tiene otro objeto que destruir la conciencia y la participación política de los individuos, alejándoles de las instituciones y promoviendo una endogamia basada en la conservación de su partido/familia sin importar el precio que el resto de la comunidad tendrá que pagar. Eliminar estas malas prácticas es una tarea urgente en democracia si se quiere evitar que la sociedad arda sin control cuando la brecha entre privilegiados y no privilegiados sea insalvable. 

Oír las noticias políticas en los medios de comunicación y los discursos de autoalabanza de la mayoría de los personajes políticos, sean locales, regionales o nacionales, debería despertar una sonrisa, o una mueca burlona cuando menos, si no fuera por la desconexión total que existe entre la clase política y el pueblo que la sufre. Han pasado más de 11 años de aquel movimiento del 15M que rápidamente fue secuestrado por los oportunistas de turno para que todo siguiera igual, en un ejercicio hipócrita de “gatopardismo” ibérico. Y embarcados en este fariseísmo nos encontramos hoy en día: La partidocracia, la de los partidos “asentados” en sillones y poltronas, con la posición ideológica al servicio y protección de intereses particulares. Son todos los partidos, los de “antes” y los “nuevos” que no han tardado en acomodarse y olvidar todo el discurso de la meritocracia y la transparencia de la nueva política. Y las consecuencias están ahí, sin ir más lejos en nuestro pueblo, donde el nivel de abstención en las elecciones municipales, pese al aumento de población, se mantiene por encima del 30% mostrando el divorcio que existe entre administrador y administrado en Colmenar Viejo. 

¿Puede romperse ese techo de cristal de abstención electoral? ¿Puede recuperarse al votante para que vuelva a ser un agente activo de la democracia? Hay que ser muy creyente en el optimismo antropológico, en la capacidad del individuo para ser capaz de sublimar la mediocridad cotidiana y alzarse en actos heroicos, y más para que la hazaña se realice unánimemente en un solo movimiento colectivo. Para eso no podemos confiar en la espontaneidad ni en el azar, sino que es preciso recuperar al ciudadano desmotivado para incorporarlo a la sociedad civil y transformarlo en el “zoon politikon” consciente de su capacidad y poder para tomar decisiones allí donde vive. No olvidemos que incluso cuando se dice "yo no soy político", esa posición frente a la comunidad, ya es una acción política en sí misma... 

Pero reconstruir la sociedad civil no es sencillo ni fácil. Las máquinas de los partidos consolidados disponen de herramientas coactivas, maquilladas suficientemente para que adquieran la ambigüedad necesaria que les permite escapar al control legal. ¿Quién no sabe de las visitas a las residencias de mayores el día de las elecciones para “ayudar” a nuestros ancianos a ir al colegio electoral? ¿O los avisos y las llamadas telefónicas en vísperas de las elecciones recordando a los clientes y allegados los beneficios, los favores o los peligros de cambiar el sentido de voto? Desde ahí, no dudan en utilizarlas con sus propios deudos y afines: Explotan los miedos del elector a perder su trabajo, su propiedad, su negocio; generan confusión creando falsos enemigos, rivalidades imaginarias entre grupos de vecinos; desvían la atención de lo importante, aquello a lo que no quieren enfrentarse y construyen en su lugar tigres de papel que aparentan ser una amenaza terrible cuando en realidad son inofensivos imaginarios. Y todo ello sin hablar de las promesas que no piensan cumplir. 

art participacion elecciones cv grafico

Para el resto del electorado, todos estos partidos fomentan la abstención. Obviamente no lo hacen directamente, pero juegan a la confusión para que el votante indeciso no aprecie diferencia suficiente entre unos y otros. Así, es habitual, por ejemplo, que promuevan acciones que no son de competencia municipal para poder acusar a sus adversarios de inoperancia, mientras que bloquean esa misma propuesta en el órgano competente, en la comunidad autónoma o en el gobierno nacional. Al llegar a este punto de la exposición, los partidarios de este o aquel grupo político pondrán el grito en el cielo. Para esos indignados de cada ideología es bueno ponerles algunos ejemplos pedagógicos de la política local, y así quizás aprendan a hacer autocrítica por el daño que causan a la democracia: 

Durante años, el equipo del actual alcalde de Colmenar Viejo ha dicho defender la apertura de las urgencias sanitarias, y querer mejorar la calidad de la atención primaria. También se ha manifestado contra el vertedero. Sin embargo, el gobierno de la comunidad autónoma, que es el competente en esos asuntos y está dirigido por el mismo partido político del edil, no hace nada para dar solución a las carencias del sistema sanitario en el pueblo, ni para evitar las consecuencias de la pésima y contaminante gestión del vertedero. 

Los grupos de la oposición no actúan de forma muy distinta: Recientemente desde la oposición se ha solicitado que se recupere la atención presencial en las oficinas del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). El grupo que lo ha promovido es el mismo que gobierna desde la Moncloa y que, siendo el único competente para atender esa reclamación, es también el que se niega a recuperar la atención directa a los ciudadanos. Otro tanto se puede decir de la contaminación producida por el vertedero que debería ser objeto de investigación penal por la Fiscalía de Medioambiente a instancia de oficio del Ministerio de Transición Ecológica, pero estos organismos hacen caso omiso de ello mientras que los representantes municipales de los mismos partidos que gobiernan esas instituciones vociferan contra el macrovertedero. 

El fomento de la abstención en las elecciones municipales es aún más escandaloso. Estos partidos prefieren no promocionar los comicios entre electores cuyo voto pudiera tener efectos imprevisibles en los resultados de unas elecciones municipales. Es decir, prefieren no alentar la participación de ciudadanos europeos empadronados en el municipio y de personas extranjeras ciudadanas de países que permiten a los españoles votar en sus elecciones municipales (Bolivia, Cabo Verde, Chile, Colombia, Corea, Ecuador, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda, Paraguay, Perú, Reino Unido, Trinidad y Tobago). En el fondo, los partidos consolidados tienen pánico a despertar una conciencia democrática que altere el “status quo” existente y que pueda 

desplazar el poder a nuevos actores políticos. Por ello ni se alienta la inscripción en el censo electoral ni se anima al empadronamiento preceptivo en el municipio. 

Llegados a este punto, cualquier vecino preocupado por el futuro de la gestión del pueblo, todo empresario que padezca la falta de transparencia en la contratación municipal, todo viandante o conductor que se enfrente al estado de las vías y calles, a su limpieza y a su mantenimiento, todo colmenareño que esté hastiado de la mala calidad de muchos de los servicios y obras municipales, todo aquel que se sienta discriminado en la aplicación de las normas y ordenanzas se estará preguntando ¿Y yo, qué puedo hacer? 

La actitud combativa no es un recurso al alcance de todos. El temor a las represalias, especialmente cuando se necesita una autorización o licencia administrativa municipal, si la actividad principal del vecino está sujeta a decisiones arbitrarias de los cargos políticos, o si se necesita del apoyo municipal para acceder a determinado servicio o prestación, son barreras incapacitantes que terminan inmovilizando a muchos, impidiéndoles formalizar su reclamación. Sin embargo, casi todas las relaciones entre el ayuntamiento y los vecinos están sujetas a procedimientos reglados. Esto quiere decir que en muchos casos el responsable municipal no tiene potestad para negar arbitrariamente el derecho del solicitante. A pesar de ello, el cargo municipal se comporta como si tuviera ese poder. Esa prepotencia es imprescindible para que la intimidación al vecino tenga éxito. 

En cualquier caso, debemos hacer saber a los cargos municipales que conocemos bien nuestros derechos. Cuando sepan que los conocemos, serán conscientes de su debilidad y del peligro que corren si no atienden nuestras reclamaciones. Si alguno de los vecinos tiene miedo a reclamar directamente, puede hacerlo a través de asociaciones que garantizan el anonimato. Otro tanto si no se está empadronado, debe empadronarse, que es un derecho de todo residente y el ayuntamiento tiene la obligación de incluir siempre al solicitante en el registro, además de ser requisito para acceder a muchos de los servicios municipales. Si no se está en el censo electoral, inscribirse. Para figurar en el censo electoral se debe estar empadronado antes del 1 de enero del año en que se convoquen las elecciones e inscribirse en el plazo que se fije en el proceso electoral. Y muy principalmente, ser solidario, no vale escudarse en que “ese no es mi problema” porque todos los vecinos terminan sufriendo las consecuencias de las acciones arbitrarias de los malos gestores municipales. 

Y por último, hay que votar en las elecciones municipales. El voto es secreto y en sobre cerrado. Nadie sabe la papeleta que contiene. Puede que la opción elegida no sea la ganadora, pero será una voz más en el ayuntamiento. Incluso si el voto no es suficiente para alcanzar representación entre los concejales, será un recordatorio a los ganadores de la diversidad que deben atender en el ejercicio de su mandato. 

Esta es la fuerza y el poder que tienen los votantes y la debilidad que atemoriza a los cargos electoss. No lo olvides: La abstención refuerza al mal gobernante, ahoga la libertad del pueblo y abre la puerta a la tiranía.