El incremento de la acumulación de datos, ha mejorado y permitido la redistribución de recursos o la solución de problemas irresolubles, sin la valoración adecuada de aquellos, en el terreno práctico de la acción. Sin embargo, la reducción a datos objetivables de cualquier aspecto de la realidad, incluida la total dimensión de la vida privada, nos está despojando de la cualidad de personas, para convertirnos en un mero dato; somos un número.
El banco nos informa del muestreo estadístico de nuestro gasto corriente, somos ciudadanos encasillados en el cuadrante de la pantalla de un ordenador que nos clasifica en función de nuestra edad, nivel de ingresos y ocupación, hemos evolucionado hasta convertirnos en la denominación de una enfermedad en la cama de un hospital, ingresamos en las estadísticas de toda índole, o nos difuminamos en algoritmos de las redes sociales, los criterios de búsqueda o las fuentes de información.
Rubén López