Suelo escribir lo que pienso, y aplicar poco lo que escribo.
Me escribo a corazón abierto, enseñándote mis entresijos.
Construyo mi reino lleno de cicatrices,
y edifico mis muros con lo que la gente me da.
Visto en un mundo donde importa más
el cómo verse, que el cómo ver.
Donde se dice que las palabras se las lleva el viento,
sin saber que esas palabras son mí viento, mi anclaje.
Palabras vividas en carne.
Defino mi armonía con canciones,
pero también con reflexiones.
Hago de mis versos, un cachito de mi escaparate.
De mi cristal.