1)Su concepción y nacimiento (Lucas 1:5-25, 57-66).
2) Profecía de su padre Zacarías acerca de la misión de su hijo Juan (Lucas 1:67-79).
3) Su predicación en el desierto (Lucas 1:80; 3:1-18).
4) Bautiza y presenta a Jesús (Mateo 3:1-17; Marcos 1:4-11; Lucas 3:1-18, 21-22; Juan 1:19-51).
5) Su encarcelamiento por el rey Herodes Antipas (Mateo 14:3-4; Marcos 6:17-18; Lucas 3:19-20).
6) Sus discípulos preguntan si Jesús es el Mesías (Mateo 11:1-6; Lucas 7:18-23).
7) Jesús dice que Juan el Bautista era el profeta más grande de todos los nacidos de mujer (Mateo 11:7-15; Lucas 7:24-28).
8) Su muerte (Mateo 14:5-12; Marcos 6:19-29).
Lo que dijo Jesús de Juan el Bautista:
a)Era el más grande de todos los profetas (Mateo 11:11), (Lucas 7:28).
- b) Todos los profetas desde Moisés (con el Pentateuco) terminan con Juan el Bautista (Mateo 11:13).
Por tanto, con Juan el Bautista, termina el Antiguo Testamento; y, con la predicación de Jesús, comienza el Nuevo Testamento; pues así está escrito:
“El Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras antiguamente a los padres por los profetas, en estos últimos días, nos habló por el Hijo, […].” (Hebreos 1:1-2).
Resurrección de muchos profetas:
Muchos de esos profetas del Antiguo Testamento resucitaron tras la resurrección de Jesús; así lo afirma el apóstol Mateo:
“Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró. La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que dormían, resucitaron, y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la ciudad santa (Jerusalén) y se aparecieron a muchos.” (Mateo 27:50-53).
Secuencia de los acontecimientos referentes a esos resucitados:
1) Eran “santos”: En el Antiguo Testamento, los “santos” son los creyentes en Yavé (Deuteronomio 7:6); así como, en el Nuevo Testamento, los “santos” son los creyentes en Jesús (Romanos 1:7).
2) Eran “muchos”.
3) Salieron de sus sepulcros a raíz de la resurrección de Jesús.
4) Estos resucitados fueron a Jerusalén y se aparecieron a “muchos”, lo cual significa que una vez que fueron vistos vivos, volvieron a desaparecer (no se quedaron con los que los vieron vivos).
5) En ese mismo día de la resurrección de Jesús, éste dijo, a María Magdalena: “[…] aún no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a ni Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Juan 20:17).
6) Esa subida de Jesús a su Padre estaba anunciada por el profeta Daniel, que dice así:
“Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre, que se llegó al anciano de muchos días y fue presentado ante éste. Le fue dado el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno, que no se acabará, y su imperio, imperio que nunca desaparecerá.” (Daniel 7:13-14).
7) En ese mismo día de su resurrección, Jesús regresó de ese viaje a la presencia de su Padre (Juan 20:17), y se reunió con sus discípulos; así lo relata Juan:
“La tarde del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos por temor de los judíos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos, les dijo: La paz sea con vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Díjoles otra vez: La paz sea con vosotros. Como me envió mi Padre, así os envío. […].” (Juan 20:19-22).
8) Pero ¿qué pasó con los muertos que resucitaron tras la resurrección de Jesús? Pues sucedió que mientras Jesús se apareció a María Magdalena para decirle que subía a su padre, esos muertos resucitados se aparecieron en Jerusalén, y después desaparecieron, y todos juntos ascendieron al cielo con Jesús como trofeos y prueba de su victoria sobre la muerte. El apóstol Pablo, refiriéndose a este acontecimiento, lo cuenta así:
“A cada uno de nosotros ha sido dada la gracia en la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a las alturas, llevó cautiva la cautividad y repartió dones a los hombres.” (Efesios 4:8).
9) El apóstol Pablo lo cuenta de forma que los griegos y romanos lo entendían perfectamente; porque, cuando un general romano conquistaba un reino, como prueba de su victoria, se llevaba a Roma a los vencidos cautivos, y los presentaba como prueba de su victoria sobre ellos; así lo dice la historia:
“[…] se hacía desfilar, delante del pueblo, los carros donde iba amontonado el botín y las tropas de prisioneros, y se terminaba con la escena frecuentemente descrita del emperador pisoteando a los jefes vencidos al son de himnos de júbilo.” (L. Brehier et P. Batiffof, Les Survivances du culto impérial romain, Paris, 1920, p. 53).
10) Por otra parte, también podemos ver que Jesús recibió todo el poder en esa visita que hizo a su Padre en el día que resucitó:
- a) Antes de su muerte, él mismo dice que no tenía ningún poder:
“Respondió, pues, Jesús, diciéndoles (a los judíos): En verdad, en verdad, os digo que no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, […].” (Juan 5:19).
- b) Pero, en el momento de su ascensión, dijo, a los apóstoles:
“Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra; […].” (Mateo 28:18).
11) Por consiguiente, si Jesús durante su ministerio, no tenía poder para “hacer nada por el mismo”; y, en el momento de su ascensión, dice que tiene “todo el poder”; es evidente que ese poder le fue dado en un momento después de su muerte y antes de su ascensión; y ese momento fue en el día de su resurrección, cuando ascendió ante su Padre, como queda explicado más arriba.
12) Llegados aquí, sólo una cosa queda por aclarar: ¿quiénes fueron los santos resucitados que ascendieron con Jesús al cielo en el día de su resurrección, tras haberse aparecido en Jerusalén, como prueba de que estaban vivos, y después se fueron con Jesús y se quedaron en el cielo, cuando Jesús volvió a descender en ese mismo día, como queda indicado más arriba?
13) La Biblia sólo dice que eran “muchos” y que eran “profetas del Antiguo Testamento”; pero no dice quienes eran; ahora bien, atando cabos, podemos saber los nombres de dos de ellos:
- a) El profeta Daniel, a quien Dios dijo:
“Y tú camina a tu fin y descansarás y al fin de los días te levantarás para recibir la heredad.” (Daniel 12:13).
Como ya he indicado, la Biblia divide el tiempo que va desde la creación hasta el fin del mundo en dos períodos: el primero termina con la predicación de Juan el Bautista, como queda explicado; y el segundo comienza con la predicación de Jesús; este segundo período es llamado: “los últimos días” (Hechos 2:15-17), (Hebreos 1:2); “fin de los tiempos” (1 Pedro 1:20), etc. Por tanto, podemos ver que el profeta Daniel fue uno de los resucitados que se fueron con Jesús al cielo y se quedó allí.
- b) Otro de dichos “santos del Antiguo Testamento” es, indudablemente, Juan el Bautista. En efecto, cuando tuvo lugar la resurrección de esos santos del A.T., Juan el Bautista llevaba enterrado más de un año; pues una exhaustiva sinopsis de los cuatro evangelios con 373 entradas, sitúa la muerte de Juan el Bautista, al comienzo del año 29 en la entrada 158; y la muerte de Jesús, que fue el día 7 de abril del año 30, se halla en la entrada 341. Por tanto, es evidente que Juan el Bautista estuvo enterrado unos quince meses; a cambio de eso, Jesús, que había dicho de él que era el más grande de todos los profetas (como lo vemos más arriba), lo premió llevándoselo al cielo el día 09-04-30, donde se halla ahora con Jesús. Con esto doy respuesta, con toda seguridad, a la pregunta del título de este artículo.
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(*)Que no se relacione lo que se dice, en este artículo, con la doctrina pagana de la inmortalidad del alma, que la inventaron los egipcios, para adular al faraón; luego pasó a Grecia; y, en el siglo II, Justino la introdujo en la Iglesia, como lo he probado ampliamente en mi libro: El alma humana ¿mortal o inmortal? ¿Qué hay después de la muerte? (Se puede pedir ejemplares de este libro en los teléfonos 607 111 025 y 986 47 47 32).