Sábado, 19 Octubre 2019 21:00

JUDAS ISCARIOTE (II) (SU ARREPENTIMIENTO Y CONDENA)

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En cierta ocasión, se decía, desde la cátedra de un medio de comunicación con alcance internacional, que Judas Iscariote no debía ser condenado, porque él, al vender a Cristo, sólo estaba cumpliendo un cometido para el cual había sido predestinado; y, además, Judas se arrepintió y devolvió las treinta monedas que le habían pagado los dirigentes Judíos por la venta de Jesús.

El que dice algo así, queda como un sabio; pero ¿es cierto lo que dice?, ¿es cierto que Judas estaba predestinado para vender a Jesús?, ¿es cierto que Judas se arrepintió? Contestemos a las preguntas segunda y tercera, y quedará contestada la primera.

*) ¿Es cierto que Judas estaba predestinado para vender a Jesús?

                Veamos lo que dijo el mismo Cristo a Judas en el momento que lo desenmascaró con ocasión de la cena de la pascua (la última cena para Jesús):

                "Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? Entonces él, respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho."

(Mateo 26:19-25).

                Jesús se refirió a una profecía, cuando dijo: "... el Hijo del Hombre va, según está escrito de él,...", la cual dice así:

                "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar." (Salmo 41:9).

 

                Es evidente que esta profecía (y no hay otra sobre este asunto) sólo se refiere a un hombre; pero en absoluto dice que ese hombre fuera Judas Iscariote; si éste vendió a Jesús fue por un acto nacido de su propia voluntad; él solo, sin que lo empujara nadie, se presentó ante los dirigentes judíos y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?" (Mateo 26:15). Por tanto, Judas no estaba predestinado de ninguna manera para entregar a Jesús.

                Ahora bien, alguien puede decir que, si Judas no hubiera entregado a Jesús, no se habría cumplido esa profecía; porque, para que se cumpliera, algún hombre tenía que entregarlo. En general, muchos piensan de esa manera; creen que Dios da una profecía y, después, haciendo uso de su poder, hace que los acontecimientos se desarrollen de tal forma que su profecía se cumpla. Eso es pensar las cosas al revés; por que, si Dios hiciera eso, los hombres no serían libres para actuar según su propia voluntad, y, por tanto, no serían responsables de sus actos ante Dios. Lo que sucede, según las Escrituras, es que Dios, por ser omnisciente, sabe anticipadamente lo que van a hacer los hombres usando de su libre voluntad, y, si quiere, lo anuncia en las profecías; así lo dijo el mismo Cristo a sus discípulos:

                "Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy." (Juan 13:19).

                "Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho." (Juan 16:4).

 

                Por tanto, si a Jesús no lo hubiera entregado Judas ni ningún otro hombre, no es que habría quedado sin cumplimiento esa profecía, sino que, sencillamente, no habría existido; Dios no habría anunciado una cosa que nunca iba a suceder; los dirigentes judíos habrían detenido a Jesús sin que nadie lo hubiera vendido; puesto que ya habían decidido matarlo antes que apareciera Judas con su oferta (Juan 11:53).

                Hay otra profecía que anunciaba que, al Mesías, le iban a horadar las manos y los pies (Salmo 23:16), lo cual se cumplió cuando Jesús fue clavado en la cruz. Ahora bien, ¿cómo se habría cumplido esta profecía si los dirigentes judíos hubieran lapidado a Jesús como hicieron con Esteban? (Hechos 7:59-60). En este caso, ¿no habría fallado esta profecía? No habría fallado, sino que, sencillamente, no habría existido; y; en su lugar, habría habido otra profecía anunciando que el Mesías sería lapidado; porque Dios no habría visto anticipadamente que los hombres crucificarían al Mesías, sino que habría visto que lo lapidarían. Siempre, las profecías que dependen de la actuación de los hombres, funcionan así: los hombres obran libremente; Dios lo ve anticipadamente y, si quiere, lo anuncia antes que ellos lo hagan, incluso antes que ellos nazcan.

*) ¿Es cierto que Judas se arrepintió?

                El texto del relato (en las traducciones) suele decir así:

                "Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó." (Mateo 27:3-5).

 

                La clave del relato, en el aspecto que nos ocupa, está en la palabra "arrepentido". Se trata del verbo griego "metamelo"; este verbo sólo está empleado cinco veces en el Nuevo Testamento, y se refiere a una clase de arrepentimiento en el sentido de lamentarse; así lo emplea el apóstol Pablo refiriéndose a sí mismo, al decir: "... aunque entonces lo lamenté;..." (2ª Corintios 7:8).

                Por otra parte, está el verbo griego "metanoeo"; este verbo está empleado treinta y cuatro veces en el Nuevo Testamento, y se refiere al arrepentimiento necesario para llegar a aceptar a Jesús y adherirse a él por medio del bautismo, es decir, el arrepentimiento necesario para alcanzar el perdón de los pecados, recibir el don del Espíritu Santo, y pasar a formar parte de la iglesia de los apóstoles; por tanto, es el verbo usado por los apóstoles en su predicación pidiendo el arrepentimiento; así lo dice el apóstol Pedro empleando este verbo en su predicación a los judíos:

                "Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. […]. Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas." (Hechos 2:38, 41).

                Por tanto, es evidente que Judas no estaba arrepentido en el sentido que le hubiera llevado a pedir perdón por su acción, sino que Judas, "viendo que era condenado, devolvió lamentándose las treinta piezas de plata ...". Al parecer, Judas pensaba que Jesús se escaparía de las garras de sus captores; pero, cuando vio que lo condenaron, comprendió que su plan había fracasado; y, entonces, lamentando el trato que había hecho con los sacerdotes, quiso deshacerlo, para lo cual les devolvió las treinta monedas; pero, como ellos no le hicieron ningún caso, despechado, "... fue y se ahorcó." . Si Judas se hubiera arrepentido según el arrepentimiento indicado con el verbo "metanoeo", no se habría suicidado, sino que se habría marchado a reunirse con los demás apóstoles; como hizo el apóstol Pedro, quien, tras negar tres veces a Jesús con juramentos y maldiciones, no se suicidó, sino que "... lloró amargamente." (Mateo 26:69-75); y, después, siguió con los demás apóstoles (Lucas 24:33).

                Jesús conocía anticipadamente toda la historia de Judas; por eso, dijo:

                "... ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido." (Mateo 26:24).

 

                Por tanto, la condena de Judas Iscariote no fue debida a ninguna predestinación, sino al delito que cometió usando de su libertad para obrar. De aquí se sigue que aquel individuo que dijo que Judas no debía ser condenado, no tenía razón ni idea de lo que decía; pero es incalculable la confusión que pudo meter en la mente de muchos, que están decididos a echar, a Dios, la culpa de sus propios errores, fundados en una inexistente predestinación, inventada por la más absoluta ignorancia de las Escrituras, que dicen:

                "La necedad del hombre tuerce sus caminos, y contra Yavé se irrita su corazón." (Salmo 19:3).

Y Gracián apostilla:

                "La ignorancia son los muchos, los necios son infinitos. Y así el que tuviese a ellos de su parte, ese sería señor de un mundo entero." (Citado en Ricardo García Cárcel: Felipe V y los españoles).

                Por todo lo visto hasta aquí, el Iscariote bien se merece el siguiente soneto:

... Y FUE Y SE AHORCÓ

¡Ay!, Judas, qué negociante que eras;

como fuera, el dinero tú buscabas;

por dinero, por dinero, engañabas

y no mirabas cómo lo obtuvieras,

 

para tener todo lo que pudieras;

por eso, tú de la bolsa sacabas

y, con astucia, a todos robabas;

y te creían, como si inocente fueras.

 

Mas, por dinero, al Salvador vendiste;

la avaricia cegó tu entendimiento,

y, así, sin Salvador te quedaste,

 

y tu futuro se hizo muy triste;

elegiste un falso arrepentimiento,

hasta que desesperado te ahorcaste.

 

                               Pedro de Felipe del Rey

Visto 1474 veces Modificado por última vez en Lunes, 10 Febrero 2020 22:23

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