Algunas veces juego con las siluetas
que el humo deja escapar.
Le cuento mis secretos al mar.
Abandonando mi consciencia de lado.
Desactivando mi vida.
Olvidando la rutina y viendo el más allá.
Pues siento el calor ardiente,
dejando caer mis cimientos sobre la arena.
Me sumerjo de puntillas en su orilla,
y acaricio la libertad que rebosa al ritmo, de cada ola.
Admiro otros mundos repletos de sal, que no domino.
Respiro el murmuro del silencio, del raro agosto.
Donde todo, es un suspiro, en la eternidad.