¿Qué necesidad tenemos de mezclar sentimientos?
¿De descontrolar nervios?
¿De poner el miedo encima de la mesa?
¡De crearnos guerras en nuestras cabezas!
Mientras que el mundo
se desborda en un terrible caos,
yo intento armar esta oda a la calma.
Despojando toda sensibilidad,
frente a las delgadas líneas de la cordura.
A menudo el peso de este sin vivir me oprime.
La serenidad antes de la tempestad desapareció.
Solo tenemos la certeza
de que este dos mil veinte se trastocó.
No todo será cuestión de vaciar mercados,
sino de vaciarnos para ayudar a otros.
Nuestras paredes serán el prisma de la eternidad.
En ellas, enterraremos una parte de nosotros
y dejaremos salir otra.