Para, observa.
Resiste el peso de tu propio techo.
Aunque caiga en migajas.
No naufragues peligrosos desiertos.
Ni intentes sobrevivir a tus propias opiniones.
Navega por pasillos de paisajes.
Despeja dudas.
Déjate atrapar en otro universo.
En estancias cristalinas.
En tierra adentro.
Oliendo el mar y sintiendo el cielo.
Encontrando ruinas entre tus dedos.
Arañando como el sol el horizonte.
Dejando la piel en cada recoveco.