Si bien, pudiera parecer que el sistema se disfraza de libertad y democracia, lo cierto es que la concentración de los medios, las finanzas y el poder en las mismas manos, presagian todo lo contrario. Todos los partidos del sistema, por algunos referido como partitocracia, no hacen sino responder a reuniones de instancias superiores que, a su vez, defienden los verdaderos intereses del poder real.
El supuesto régimen de libertades que ahora está mostrando su verdadero rostro, bajo la atenta mirada de las cámaras de videovigilancia, que no son sino el control total sobre la población y la censura de cualquier puesta en rigor, va camino de convertirse en una sociedad ya descrita por Anthony Burgess en su obra “La naranja mecánica”, violenta y caótica, cuyo propósito no es otro que llegar a un nuevo orden de las cosas.