Las nuevas formaciones políticas, serían partidos de disidencia dirigida o controlada para agrupar en sus filas la indignación por el recorte de los derechos y libertades, fruto no de una crisis económica cíclica y sus circunstancias, sino del desarrollo de una hoja de ruta previamente marcada.
Bajo la aparente rivalidad, se han conformado grandes bloques mundiales como la Unión Europea, los BRICS o la CELAC. Pero lejos de toda pretensión antagonista, se trata de unir a los países en organismos supranacionales, limando sus diferencias, para una vez consolidada su integración regional, pasar al siguiente estadio, la unión definitiva de todas las piezas bajo un único gobierno.
Se trataría de un espacio libre para el poder financiero, político y económico, no para la soberanía popular, relegada al vacío de las instituciones.
“La crisis política de Europa puede resumirse así: los gobernantes que elegimos no mandan y los que mandan no los elegimos nosotros.” Josep Ramoneda.