Me encontraste como un pincel en un todo a cien.
Nueva y sin estrenar.
Depositando en mí toda tu humanidad.
Pero me abandonaste,
como a un perro viejo en su cuneta.
En medio de una inmundicia,
como si fuera un despojo.
Tu despojo.
Planeamos juntos miles de trayectorias.
Me diste a conocer
parte de tu intimidad en mis entrañas.
Me pediste que lo almacenara, que lo cuidara.
Fui el soporte donde dibujar tu mapamundi,
el botiquín con remedios para todo tipo de pruebas.
Y el mejor recetario para tus chascos.
Fui la espectadora ilusionada,
de cada billete de viaje que comprabas.
Fui aquella maleta
que aprendió contigo el respeto de vivir.