¡Daremos abrazos, aun cuando sean desconocidos!
¡Ahora reconocemos todo lo hemos perdió!
De una vez aprenderemos, todo lo que no aprendimos.
Entenderemos mejor lo que significa estar vivos.
Recordaremos mejor quien esta y quien se ha ido.
Yo, como la mayoría, ahora sabemos que las cosas de lujo no son los yates, los palacios, ni las casas en La Moraleja. Nos hemos dado cuenta que el lujo, para nosotros, es poder darnos un abrazo, un beso, una acaricia, una reunión con personas que quieres, una comida con los amigos, una caña acompañados, una sencilla parrillada de sardinas o de panceta y chorizo, un fin de semana en el sitio deseado, una buena partida con los amigos, celebrar con ellos su cumpleaños, un bautizo, una comunión, una boda, miles de cosas sencillas son miles de maravillas. Hace más de un año que nos lo ha quitado el coronavirus. Nos hemos dado cuenta que éramos ricos, teníamos salud, libertad de movimiento, estas cosas sencillas nos proporcionaban los mejores lujos. La gente más feliz no es la que tiene de todo, sino la que hace lo mejor con lo que tiene y las ganas de compartir no se le van.
No se lo digas a nadie, sabes que no miento,
viajé anoche para verte
burlando el confinamiento.
En esta pandemia de horror;
hay que llevar mascarilla
para respirar peor.
F. Diaz