Navego por todos los versos que no se quieren callar.
Aquellos que sin ellos me estaría envenenando
de este mundo tan corrompido.
Tan vacío de sentimiento.
Ellos son mi luz en este sitio de tinieblas.
Y aunque para algunos posiblemente sean una tontería,
para mí ellos son la manera de descargar mis tormentas.
Y encontrar el arcoíris y la paz tan deseada.
Últimamente no soy de esconder mis cicatrices,
ellas me enseñan todo el dolor que de vez en cuando atravieso.
Pues estoy saliendo de un laberinto con la ayuda adecuada.
Intento cada vez que me rompo,
reconstruirme como los jarrones chinos.
Y arder como el carbón para poder ser un diamante que brilla con luz.
Y es que cada vez veo
en la mariposa en la que me estoy convirtiendo.
En la serpiente que se despoja de tantas capas que no aportaban nada.
En la araña que se protege de monstruos sin nombres y apellidos.
En la golondrina que vuela con las alas rotas y sana en cada vuelo.
En el animal imperfecto,
que está en plena revolución para encontrar,
una mejor versión de sí mismo.