También me dejo llevar por mis pensamientos,
por si alguno de ellos merece la pena,
por si puedo tirar del hilo para hacer lo que me gusta,
desnudarme en poesía.
Y aunque nuestras obras siempre son mejores que nosotros,
debemos seguir brillando con luz propia
y no con la luz que otras personas nos puedan dar.
Debemos ser como gatos que se suben a los tejados
sin miedo al qué dirán.
Sabiendo que si dicen algo, hablan desde ellos y no desde los demás.
Debemos de ser gatos que aprenden, escalan y
se dejan amar.