Si el PP lleva meses repitiendo que el Gobierno hace trampas es porque su líder nunca se topa con periodistas que le interrumpan diciendo que lo que dice es falso
Un artículo en prensa habla del “nidito de amor” del máximo dirigente del PP. Una vivienda valorada en 675.000 euros de la que probablemente no hayan escuchado hablar ni hayan visto imágenes, ya que el asunto no ocupa tertulias televisivas. Está bien que así sea. Puede ser relevante saber cómo viven quienes aspiran a gestionar lo público, pero, definitivamente, no debe ser ese el tema principal del que se encargue el periodismo. Sería un error que la prensa de este país dejase a un lado las propuestas políticas del líder del PP para obsesionarse publicando fotografías de la casa del mandatario de derechas, sería un desquicie que enviasen a reporteros día, tarde y noche a husmear a las puertas de la vivienda intentando mostrar al espectador la zona especial que tiene habilitada la vivienda para que Feijóo guarde su barco de recreo. Está bien que nada de esto se haga. Está bien que el periodismo respete la privacidad de los representantes públicos.
Enciendo la tele y ahí está precisamente Núñez Feijóo. No está hablando de su casa, ni de su sueldo como dirigente del PP –un sueldo que se niega a hacer público–, sino del paro. El dato de diciembre anunciado por el Gobierno ha sido bueno. El desempleo se sitúa en mínimos que no se veían desde 2007, pero Feijóo tiene una explicación para esto: el Gobierno está falseando los datos. La denuncia del líder del Partido Popular es falsa, pero los periodistas no intervienen del mismo modo que no intervienen cuando en la pantalla aparece publicidad. Hace tiempo que la tarea del gran periodismo dejó de ser contar qué pasaba para dar paso a publicidades. Los trabajadores fijos discontinuos de los que habla el líder de la derecha eran contabilizados como personas empleadas ya durante los gobiernos de Aznar y Rajoy, de González y Zapatero. Tanto Feijóo como los periodistas que dan paso a la publicidad del líder popular saben que nada ha cambiado en la contabilidad laboral desde el año 1985, salvo la novedad reciente de presentar como una trampa lo que fue una normalidad establecida durante 38 años.