La negociación entre PSOE, Unidas Podemos y Bildu al objeto de garantizar un nuevo estado de alarma ha hecho que se caigan muchas caretas. La primera es la de Sánchez que seguro había autorizado a Adriana Lastra a llegar al acuerdo y luego termina asustado de tener que cumplir un compromiso de su propio programa de gobierno.
La propia ministra de trabajo se descuelga con un eso no se ha negociado con los agentes sociales y así no. Pero se caen muchas más caretas, por ejemplo la de periodistas que van de progresistas y se suman a las condenas contra el acuerdo y la defensa de la reforma laboral más antidemocrática y contra la clase trabajadora desde 1978, porqué que “El Mundo” o “La Razón” defiendan esta reforma laboral es normal, pero la defensa del grupo PRISA y la SER, hace que se caigan las últimas esperanzas que muchas y muchos tienen en ese grupo empresarial de la manipulación.
Las colas del hambre están llenas de personas procedentes del precariado que la reforma laboral trajo. Carne humana de cañón al servicio de la temporalidad y para que el empresariado pueda disponer a voluntad de personas no vinculadas a la negociación colectiva y sin derechos sindicales ni laborales. Es más los ERTE están dejando al descubierto el fraude en la contratación, pues son miles los trabajadoras y trabajadores que ven que su subsidio vía ERTE es una miseria y no da para comer a sus hijos, pues su contrato era fraudulento y no registraba las horas reales de trabajo y/o cobraban en negro la mayor parte del salario. La reforma laboral es el regreso a situaciones laborales incluso peores que en el franquismo.
Lo peor para un socialista es cuando una señora que es parte del partido fruto de la escisión felipista del PSOE, en un gobierno del PSOE dice que no se puede reformar la reforma laboral valga la redundancia y lo hace ante una asamblea de patronos. Si esto se hubiera hecho en el PSOE que fundó Pablo Iglesias, no es que la señora Calviño hubiera sido expulsada fulminantemente sino que nunca tal persona hubiera pertenecido al partido obrero de Iglesias, vaya, ni ella ni otros muchos.
La situación es que en nombre de la Troika la señora Calviño ha impuesto el mandato patronal y la doctrina ultra-liberal. En cualquier caso gracias a BILDU por inacción del gobierno a la hora de cumplir con su programa y languidez de la dirigencia sindical se ha logrado poner encima de la mesa lo que es una injusticia criminal para con las clases trabajadoras. Luego algunos se quejan del avance de la extrema derecha. Hay que echar a los mercaderes del templo. Hace falta organización obrera.
Carlos Martínez es politólogo y secretario general del PSLF
Fuente: Socialismo21