Otro escándalo en Colmenar Viejo. El equipo de gobierno se sube el sueldo un 30% e incrementa el número de miembros de ese gobierno en casi otro 20%. Mientras, el número de familias necesitadas sigue creciendo y los servicios que reciben los vecinos disminuyen en cantidad y calidad.
Que los cargos políticos deben ser retribuidos adecuadamente en contraprestación a su actividad por el bien común, es una cuestión de justicia. Pero también es de justicia que esa retribución sea coherente con el trabajo que deben realizar y acorde con el esfuerzo de los ciudadanos que contribuyen a ello.
Cuando en Colmenar Viejo hay cerca de 3.000 vecinos en paro, y son muchos los vecinos que han tenido que afrontar una inflación creciente del 10% a base de renunciar a lo más necesario, el equipo de gobierno salido de las últimas elecciones se sube el sueldo más de un 30% e incrementa el número de miembros del gobierno municipal en casi otro 20%.
¿Es acaso la democracia española una agencia de colocación? A la vista de las pretensiones del nuevo consistorio colmenareño, parece que así es. Lejos quedan los discursos sobre la austeridad –de los demás, claro está- y de la bonhomía de la clase política, solidaria y cercana al pueblo que sufre.
¡Qué pronto se olvidan las promesas y las prédicas de los buenos ejemplos!
La Asociación de Vecinos por Colmenar Viejo no discute la legalidad de la autosubida de sueldos y el aumento injustificable de concejales con dedicación en el consistorio, pero no dejará de criticar la hipocresía del incremento de los sueldos de los ediles mientras el número de familias necesitadas en Colmenar Viejo sigue creciendo, mientras se cierra el Banco de Alimentos, y mientras las ayudas y las adjudicaciones se distribuyen con criterios clientelistas ajenos a cualquier principio ético o moral.
Aún están a tiempo de remediarlo, renunciando a la subida escandalosa y manteniendo, si no reduciendo, el número de concejales en el equipo de gobierno, y permitiendo que los grupos minoritarios puedan disponer de los recursos suficientes para ser la voz independiente de sus representados. Eso es democracia y respeto, y lo demás es hipocresía y codicia, por mucho que encuentren acomodo en la legislación vigente.
