Luis y Daniel Díez (padre e hijo) publican el libro ¡Jugad, jugad, malditos! (AKAL, 2020), el primer trabajo periodístico que desnuda por completo a la industria de las apuestas en el Estado español.
Desde su legalización en 1978, la industria de las apuestas no ha parado de crecer. Pero en la última década, al calor de la crisis y del Gobierno del Partido Popular, las casas de apuestas han tomado los barrios, la publicidad del juego online se ha apoderado de la mayoría de espacios a los que alcanza nuestra vista y sus grandes empresas se han convertido en la envidia de otros sectores. Pero también en el punto de mira de movimientos sociales y plataformas vecinales.
Avisan antes de arrancar a contestar preguntas: Luis Díez —el padre— se encarga de la parte más política y económica del libro, Daniel Díez Carpintero —el hijo— de la parte más humana y social. A lo largo de sus 18 capítulos, ¡Jugad, jugad, malditos! (Akal, 2020) hace un repaso a todos los posibles flancos por los que se puede abordar la problemática de la proliferación de la industria de las apuestas y de la adicción al juego. Desde la vinculación del sector con la esfera política, pasando por la relación entre la persona ludópata y las lucecitas de una tragaperras, o la evasión de impuestos, hasta el estigma que sufren las mujeres jugadoras.
El libro, el primero que hace un estudio en tanta profundidad sobre el sector en el Estado español, se publica en medio de la polémica y la crítica hacia las medidas tomadas por el nuevo Ministerio de Consumo. A Alberto Garzón le piden más información para que “la gente sepa que el juego es una cosa muy adictiva, es una droga”, pero tienen claro que quienes se aprovecharon de esta “tierra abonada” de las apuestas fueron los grandes empresarios, fondos de inversión y políticos de la derecha.