Sopas de sobre: poca carne y mucha sal

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Salud
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Fáciles y rápidos de preparar, estos productos deshidratados se presentan como un recurso para muchos hogares con escaso tiempo para cocinar. ¿Son una solución recomendable?

Al igual que ocurre con las conservas de pescado o de verduras, las sopas de sobre se encuentran entre los productos que podríamos llamar “de fondo de armario”. Es decir, es de los que guardamos en la despensa por si surge un imprevisto, debido, sobre todo, a que tienen una larga vida útil y se preparan de forma fácil y rápida. Pero no solo se compran por eso. También muchas personas las consumen de forma habitual. ¿Es recomendable?

Las sopas de sobre tienen algunas ventajas, como su bajo precio, la facilidad y la comodidad que supone su transporte y almacenamiento y su variedad de sabores o recetas, que es cada vez mayor. Esto último, que en principio es ventajoso, también puede convertirse en un inconveniente al hacer la compra, porque cuando hay tantas opciones disponibles es más difícil tomar una decisión.

Sopas de sobre: las apariencias pueden engañar

A primera vista, la mayoría de estos productos parecen muy similares. Todos ellos presentan el mismo formato de envase: un sobre con medidas casi idénticas. También tienen una estética muy parecida: el nombre del producto (por ejemplo, “sopa de pollo” o “sopa de ternera”), junto con una imagen del plato preparado y de alguno de los ingredientes.

Si nos quedamos tan solo con el nombre y con las imágenes, podríamos llegar a pensar que algunos de estos productos están compuestos principalmente por carne (por ejemplo, de pollo o de ternera), pero en realidad no es así. Podemos encontrar una pista si observamos la parte frontal de esos envases, donde se muestra una imagen del plato ya preparado. Así podremos ver que en esas sopas el ingrediente más abundante es la pasta (fideos, estrellas…).

Si queremos conocer con detalle su composición, lo más recomendable siempre es leer la etiqueta con detenimiento. Uno de los elementos más importantes es la denominación legal de venta, en la que se indican algunas de las características del producto (por ejemplo, “sopa deshidratada de ave con fideos”). En la lista de ingredientes se muestran los elementos que componen el producto en orden decreciente, según la cantidad en la que se encuentran. Además, cuando en el envase se destaca alguno de los ingredientes, ya sea por medio de palabras o de imágenes, debe indicarse su cantidad concreta en el etiquetado. Con estas pistas ya podemos tener una idea mucho más certera de la composición real de cada producto.

Así podremos confirmar que en las sopas de pollo, ave y ternera, el ingrediente principal no es la carne, sino la pasta, con una proporción que va desde el 69 % de la Sopa de Pollo Knorr hasta el 76 % de la Sopa de Ave y Fideos Gallina Blanca.

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